sábado, 31 de enero de 2015

HABER FRACASADO




Todas las chicas estaban impacientes en la línea de salida para comenzar la carrera. Los padres, exclamaban palabras de estímulo a sus hijas. Había un premio mayor que ganar la propia carrera aunque las chicas no eran plenamente conscientes de ello. Ese premio era el deseo de que sus padres se sintieran muy orgullosos de ellas.

Cuando se dio la señal de salida, las niñas empezaron a correr con todas sus fuerzas.

Una de las chicas que iba a la cabeza, en un desnivel, cayó de bruces al suelo. Se oyó una carcajada y un sentimiento de vergüenza invadió a la niña que deseo desaparecer. En ese momento, escuchó una voz que le decía:¡Levántate y gana la carrera! Se puso de pie y empezó a correr con todas sus fuerzas y alcanzó a las corredoras que estaban en la cola.

Al llegar a una curva, tropezó y se estampó con unos espectadores. Se levantó, pidió perdón y con lágrimas en los ojos pensó por qué no había abandonado la primera vez que se había caído. Otra vez, escuchó esa voz ¡Sigue corriendo!. Ya casi no veía a la última corredora, pero se siguió esforzando al máximo por recuperar el tiempo perdido.

Obsesionada en sus pensamientos de recuperar tiempo no vio un charco, resbaló y volvió a caerse al suelo. Sin voluntad para seguir, la chica se quedo sentada sollozando. De nuevo escucho la voz ¡Levántate y sigue corriendo! Ganar no consiste en ser el primero en la carrera, sino en volverse a levantar.

De nuevo, la chica se levantó y echo a correr. Para ella la carrera tenía un nuevo sentido: el compromiso de no abandonar.

Dos veces más se cayó y dos veces más se levantó. Y cada vez que se levantaba corría como si pudiera realmente ganar la carrera. Ahora sus adversarias eran sus propias dudas.

La vencedora llegó a la línea de meta entre grandes aplausos. Pero cuando la joven cruzó la línea de meta la multitud le dio la mayor de las ovaciones por haber sido capaz de acabar la carrera y correr contra la soledad y la desesperación.

La niña se acercó a sus padres y les dijo:

- Lo siento., no lo he hecho nada bien.

- Te equivocas hija, es imposible que unos padres se sientan más orgullosos de su hija. Para nosotros tú has ganado porque te has levantado todas las veces que has caído.

Ante un fracaso el 80% de las personas no lo vuelven a intentar. Ante un segundo fracaso el 98% deja de intentarlo.

Si nuestro dialogo interno ante una caída o error es “nada me sale bien” y lo aceptamos como una realidad, la siguiente pregunta que nuestro cerebro se hará es ¿por qué será que a mi nada me sale bien? La única respuesta que nuestro cerebro nos puede dar es “porque eres un fracasado”. De esa respuesta no aprendemos nada y nos sentimos peor que antes.

Cambiando nuestro lenguaje interno podemos replantearnos nuestras dudas: “¿Qué fue exactamente lo que no salió bien en esta ocasión? ¿Cómo puedo hacer esto mejor para obtener los resultados que deseo? ¿Dónde estuvo el error y qué puedo aprender para no cometer el mismo error otra vez? Estas preguntas nos ayudaran a convertir una caída en una experiencia de la que podemos aprender en vez de permitir definir quienes somos.

Haber fracasado no es sinónimo de ser un fracasado.

martes, 27 de enero de 2015

¿BAJA AUTOESTIMA?


 
Un joven que se sentía con baja autoestima fue a buscar al sabio y le comentó: “Me siento fatal, tengo baja autoestima”. El sabio contestó: “No puedo ayudarte porque tengo un gran problema, pero si me ayudas, después yo te voy a ayudar a ti”. “Me parece bien…otra persona que me rechaza… ¿qué necesitas?”, dijo el joven. El sabio le dijo: “Quiero que vayas al mercado y vendas este anillo por una moneda de oro, no aceptes menos”

El joven fue al mercado y consultó a unos cien vendedores y nadie le llegó a ofrecer una moneda de oro. Volvió con el sabio y le dijo: “No lo he podido vender, todos me daban una o dos monedas de plata, me decían que era muy caro”.

El sabio le indicó:”Ahora, quiero que vayas al joyero, y te ofrezca lo que te ofrezca no le vas a vender el anillo”

El joven fue a ver al joyero con el anillo, este lo examinó  y le hizo una oferta: “Te doy 57 monedas”. El muchacho respondió con sorpresa: “¿57 monedas de oro?”. El joyero respondió: “Si vienes mañana te puedo dar 72 monedas de oro y si me das unos días puedo llegar a 100 monedas de oro”.

El joven tomó el anillo, volvió donde estaba el sabio y le espetó lo sucedido con el joyero.

El sabio le replicó: “¿Qué haces yendo al mercado, pretendiendo que la gente te diga cuanto vales, en vez de ir al experto que sabe?”    
Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo fue contratado en Boston para hacer tres funciones. Las entradas costaban entre 150 y 200 dólares. Esos  tres días el teatro se lleno y mucha gente se quedo fuera. The Washington Post le propuso hacer un experimento. Le pusieron una camiseta, botas de vaquero y una gorra. Cogió un Stradivarius valorado en 3,5 millones de dólares y tocó en el metro de Washington. En 43 minutos pasaron 1070 personas y le pusieron en la cajita 32 dólares. Sólo se detuvieron 7 personas. A ese mismo violinista cuyas entradas ascendían hasta 200 dólares la gente no lo valoró.

Nuestra autoestima nunca puede venir del exterior. El problema de la baja autoestima es que vamos al mercado o al metro para que la gente nos diga lo que valemos.
La mayoría de las veces basamos nuestras opiniones sobre nosotros mismos en lo que nos dicen los demás.

Nuestra meta no debería basarse en ser aceptados sino alcanzar nuestros sueños.

domingo, 18 de enero de 2015

¿SUELES ACEPTAR MALOS CONSEJOS?



Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un pozo muy profundo.
Las demás ranas se reunieron alrededor del pozo y les dijeron:

-Rendíos, no tenéis ninguna posibilidad. Si pudiésemos os ayudábamos…pero no podemos. El pozo es muy profundo. Dejadlo ya –decían al unísono

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron saltando con todas sus fuerzas mientras las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serian inútiles.

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le grito que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir.
Pero la rana salto cada vez con más fuerza y, finalmente salió del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: "¿No escuchaste lo que te decíamos?"
La rana les explicó que era sorda.

- Pensé que me animabais a esforzarme más para salir del pozo.

Lo que más le gusta regalar a las personas son…“consejos”. Todos amamos dar consejos, incluso cuando no nos los han solicitado.

Puedes probar cuando estés con un grupo de amigos. Comparte una nueva aventura que quieres comenzar y observa lo que sucede. Recibirás recomendaciones y opiniones distintas. Seguro que todas con las mejores intenciones.

Aun así, hemos de tener mucho cuidado porque algunas de las opiniones, no suficientemente calificadas, pueden destrozarte tu plan de acción.

Unos minutos antes estabas convencido de tu plan. Ahora, esté yace por los suelos porque los pronósticos negativos que tus amigos te han comentado parece que podrían ser reales.

Es muy importante que te asegures que los consejos que recibes son de personas con experiencia en el campo en el cual vas a iniciar tu aventura y, a su vez, conocer qué resultados tuvo esa experiencia.

¿Estás totalmente seguro de la certeza y veracidad del consejo que vas a aceptar? 

sábado, 10 de enero de 2015

ACTITUD DE EMPATÍA

 
El rey tuvo una pesadilla en la que se veía muriendo. Muy preocupado hizo llamar a sus tres consejeros.
-¿Cuánto tiempo voy a vivir? –Pregunto al primer consejero real.
- 100 años
-¡Verdugo¡ -gritó el rey-, corta la cabeza a este hombre…me ha dado muy poco tiempo de vida.
La pregunta se repitió para el segundo consejero y su respuesta fue:”El rey no morirá nunca”.
-¡Verdugo¡ -rugió el rey-, decapita a este hombre…sólo es un iluso que quiere salvar su cuello.
-¿Cuánto tiempo voy a vivir? –Pregunto al tercero.
- Así que su majestad quiere saber cuánto tiempo va a vivir, ¿verdad?
- Si, he soñado que estaba en mi lecho de muerte, a punto de entrar  en las puertas del infierno. Me ha dejado muy angustiado.
-“Entiendo…puedo entender la gran angustia que está sintiendo mi  señor” respondió el consejero después de escuchar atentamente al monarca.
- “Quiero saber cuándo voy a morir” replicó el soberano.
El consejero contestó:
- Gran Rey, da la casualidad de que también yo tuve un sueño la pasada noche en el que un ángel me comunicó el día exacto de vuestro fallecimiento.
- Y ¿Qué dijo el ángel? –pregunto el rey con preocupación.
- El ángel me dijo que moriríais el mismo día que yo-respondió el tercer consejero
La empatía es la capacidad de entender los pensamientos y emociones ajenas, de ponerse en el lugar de los demás, captar los mensajes verbales y no verbales, y compartir sus sentimientos.
La explicación científica sobre la empatía es que las neuronas espejo se activan como respuesta a los actos y emociones de los demás.
Una de las claves de la empatía es aprender a tratar a los demás como les gustaría que les trataran a ellos. Si conseguimos empatizar con alguien podemos ser capaces de cambiar el rumbo de una relación en un instante.
Todos podemos demostrar actitudes de empatía siguiendo los siguientes tips:
1º Prestando atención y mostrando interés  aquello que nos están contando porque no es suficiente saber lo que el otro siente, también tenemos que demostrárselo.
2ª. Parafraseando lo que nos dice la otra persona para verificar lo que nos acaba de decir.
3ª. Utilizando frases para manifestar a las otras personas que estamos escuchando y entendiendo lo que nos dicen.

viernes, 2 de enero de 2015

OPINIÓN Y REALIDAD

 
El poeta místico sufí Rumi cuenta que llevaron un elefante a un poblado donde jamás habían visto uno.
 
Al caer la noche, tres de los habitantes del poblado, en un deseo de ganar notoriedad, fueron por separado a la tienda donde estaba a oscuras el animal.
 
El primero de ellos tocó una pata y le recordó la forma de una columna, con lo que se marchó convencido de que un elefante era muy parecido a un edificio.
 
El segundo agarró la cola y se fue creyendo que un elefante era una especie de cuerda.
 
El tercero, se topó con la trompa, y al ver que se movía pensó que un elefante era una especie de serpiente y salió corriendo de aquel lugar.
 
Las personas no nos solemos plantear que existen muchas distorsiones en nuestra forma de mirar, ya que creemos que lo que nosotros vemos es lo que es.
 
Cada uno de nosotros, percibimos la realidad a través de unos filtros o paradigmas creados y reforzados por nuestras experiencias. Los paradigmas constituyen los límites de la realidad. Lo que esté fuera de nuestros paradigmas será invisible para nosotros.
 
Habitualmente, contamos nuestras opiniones como si fueran los hechos. ¿Qué te parece contar los hechos y dejar que los demás saquen sus propias conclusiones?