Nieves era una niña de
nueve años que decidió comenzar a practicar judo a pesar de haber perdido su
brazo izquierdo en un accidente.
Después de seis meses
de entrenamiento, el maestro sólo le había enseñado un movimiento a Nieves.
Nieves preguntó a su
anciano maestro:
-
Maestro, ¿No debería aprender más
movimientos?
-
Éste es el único movimiento que sabes
y es el único que necesitarás saber –respondió el maestro.
Sin comprenderlo muy
bien, pero con fe en su maestro Nieves, siguió entrenando el movimiento.
Unos meses después, el
maestro llevó a Nieves a un campeonato. La niña ganó fácilmente sus tres
primeros encuentros y se plantó en la final. Nieves estaba asombrada de su
éxito.
En la final, su
contrincante tenía más experiencia, era bastante más fuerte y más mayor. Al
principio del encuentro se notaba mucho la gran diferencia de las dos contrincantes.
La niña miró a su maestro
llena de dudas y éste le transmitió:
-
“Tú puedes”
Poco después, su
contrincante bajo la guardia y Nieves empleó su movimiento para inmovilizarlo,
ganó el encuentro y el campeonato.
Al regresar a casa, la
niña y el maestro repasaban los encuentros. La niña le pregunto:
-
Maestro, ¿Cómo gané el campeonato
sabiendo sólo un movimiento?
-
Hay dos razones Nieves. La primera,
dominas casi perfectamente uno de los movimientos más difíciles del judo.
Segunda, la única defensa que se conoce para ese movimiento es que tu
contrincante…te agarre el brazo izquierdo.
Muchos de los que llegan a desarrollar su potencial de
un modo grandioso son personas que han perdido sus sueños originales pero continúan
persiguiendo nuevos sueños, convirtiendo, a veces, debilidades en fortalezas.
Como decía Albert Camus: ” En medio del frío invierno, descubrí que dentro
de mi hay un ser invencible”.
me encanta Paco!!
ResponderEliminarGracias Jesús. Eres muy grande amigo
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