La abuela de un niño,
le había regalado, por su cumpleaños, una gran cantidad de globos de colores
llenos de helio.
Cuando acabo el
cumpleaños, el padre del niño quiso enseñarle el valor del dar y le comentó que
sabía cómo podían pasarlo genial con los globos…¡dándoselos a otras personas!
Al niño no le pareció
muy buena idea, pero el padre le aseguró que lo iban a pasar genial.
Finalmente, el niño,
con muchas dudas, aceptó.
Fueron a un asilo de
ancianos. El niño entró llevando en la mano los hilos de los globos de helio y…comenzó
a dar un globo a cada una de las personas que allí había. En ese momento, todos
se pusieron a reír y a hablar entusiasmados.
Un anciano que no había
tenido ninguna visita en los últimos cinco años se puso a llorar de la emoción.
Fue como si el niño
hubiera accionado el interruptor y se hubiera iluminado aquel lugar.
Aquellas personas le
dijeron al niño lo maravilloso que había sido acordarse de ellos. Todos querían
abrazarle.
El niño disfruto tanto
cada minuto aquel día, que en el camino de vuelta a casa le preguntó a su padre
cuando podían repetir…
La felicidad no se halla en tener para nosotros, sino en dar
y ayudar a los demás.
¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?
Ayudando a los demás te ayudas a ti mismo.
ResponderEliminarGanar el mundo...que ilusos somos al creer que eso es lo que nos dará la felicidad. Y cuando nos damos cuenta..."la vida ha pasado".
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios
ResponderEliminarLa clave es dar sin esperar nada a cambio... Esperándo que ese dar...lo que a la larga consigue es dar sentido a tu vida. Porque la felicidad de quien recibe transforma la vida del que da.
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