En el siglo XVI, un arquitecto terminó los planos de la
nueva iglesia y decidió enviar a su hijo de siete años para que se los entregara
al cardenal.
El cardenal, muy satisfecho con el trabajo del arquitecto,
puso ante el niño una caja repleta de monedas de oro.
- Toma
todas las monedas que puedas, niño.
- No
debería hacer esa tarea. Pienso que sería mejor que usted tome las que pueda y
se las dé a mi padre.
- ¿Piensas
que no eres capaz?
Si
que soy capaz, pero creo que usted es más capaz porque tiene las manos más
grandes.
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